Valorando al catequista
- Abel Augusto Galzerano
- 11 oct 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 23 oct 2021
Aunque siempre se sostuvo el ministerio del catequista. Nuestro Papa nos da
un gran mimo.
Aquí presento una parte del texto de la carta Apostólica Antiquum Ministerium
La Santa Sede
CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA DE «MOTU PROPRIO»
ANTIQUUM MINISTERIUM
DEL SUMO PONTÍFICE
FRANCISCO
CON LA QUE SE INSTITUYE
EL MINISTERIO DE CATEQUISTA
1. El ministerio de Catequista en la Iglesia es muy antiguo. Entre los teólogos es opinión común
que los primeros ejemplos se encuentran ya en los escritos del Nuevo Testamento. El servicio de
la enseñanza encuentra su primera forma germinal en los “maestros”, a los que el Apóstol hace
referencia al escribir a la comunidad de Corinto: «Dios dispuso a cada uno en la Iglesia así: en
primer lugar están los apóstoles; en segundo lugar, los profetas, y en tercer lugar, los maestros;
enseguida vienen los que tienen el poder de hacer milagros, luego los carismas de curación de
enfermedades, de asistencia a los necesitados, de gobierno y de hablar un lenguaje misterioso.
¿Acaso son todos apóstoles?, ¿o todos profetas?, ¿o todos maestros?, ¿o todos pueden hacer
milagros?, ¿o tienen todos el carisma de curar enfermedades?, ¿o hablan todos un lenguaje
misterioso?, ¿o todos interpretan esos lenguajes? Prefieran los carismas más valiosos. Es más,
les quiero mostrar un carisma excepcional» (1 Co 12,28-31).
El mismo Lucas al comienzo de su Evangelio afirma: «También yo, ilustre Teófilo, investigué todo
con cuidado desde sus orígenes y me pareció bien escribirte este relato ordenado, para que
conozcas la solidez de las enseñanzas en que fuiste instruido» (1,3-4). El evangelista parece ser
muy consciente de que con sus escritos está proporcionando una forma específica de enseñanza
que permite dar solidez y fuerza a cuantos ya han recibido el Bautismo. El apóstol Pablo vuelve a
tratar el tema cuando recomienda a los Gálatas: «El que recibe instrucción en la Palabra
comparta todos los bienes con su catequista» (6,6). El texto, como se constata, añade una
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